Decirles «no» es imprescindible para que aprendan a manejar sus emociones
Sin apenas darse cuenta, y sin mala intención, los padres
cometen el error de complacer a sus hijos en la mayoría de sus
peticiones: «Mamá, quiero ver dibujos», «papá, no quiero este bocadillo
de chorizo, lo quiero de queso», «hoy no me quiero bañar», «mamá, hoy tú
no me das el biberón, me lo da papá»... Total, son aparentemente
pequeños detalles con los que así se evita escuchar sus lloros y
rabietas, y se logra una convivencia más tranquila en en hogar.
No frustrar a nuestros hijos es malcriarlos
Demandas en aumento
No cabe duda de que negar a un hijo aquello que desea en cada momento no es de agrado para nadie. «Sin embargo, la frustración debe formar parte del aprendizaje general del niño —apunta Sergi Banús, psicólogo clínico infantil y director de psicodiagnósis.es—. Sobre todo entre los dos y cuatro años, que es la franja de edad de mayores rabietas».
Los padres deben tener en cuenta que si siempre hacen lo
que el niño quiere están fomentando que en el futuro sea una persona
intolerante, y no sabrá lo que es esforzarse para lograr algo.
«Contribuimos a que nuestros hijos sean adolescentes deprimidos»
Cada vez que un niño es mimado para evitarle que «sufra»,
«se le está condenando», matiza Cristina García, terapeuta infantil y
fundadora de Edúkame. «En vez de usar su potencialidad para crecer, la
usa para controlar a los adultos. Hemos de ser conscientes de que al consentir no les estamos ayudando a crecer, simplemente
les damos demasiadas cosas. Lo bueno para su desarrollo es que
encuentren sus propios recursos, se esfuercen en buscar alternativas,
conozcan mejor sus fuerzas, miren hacia dentro de sí mismos y sepan qué
pueden hacer».
«Tenerlo todo —añade Alfonso Ladrón, psicólogo clínico
infantil del servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos—
les genera además mucha ansiedad porque, en el caso de, por ejemplo, ser
juguetes, no tienen tiempo suficiente para jugar con todos ellos, y se
pierden ante la abundancia. La frustración es un entrenamiento imprescindible
para saber desenvolverse porque para vivir en sociedad hay que saber
aceptar las renuncias. Los padres deben acostumbrarles a ello poco a
poco».
Aprender a reaccionar
Alfonso Ladrón reconoce que recibe en consulta a muchos
padres preocupados por tener hijos consentidos. Sin embargo, algunos
piensan que «para qué negarles ahora las cosas, argumentan que ya
tendrán tiempo a que otros se las nieguen cuando sean mayores. Esta
postura es un acto muy egoísta porque no están aportando la mejor
educación a su hijo. Yo les pongo el ejemplo de las matemáticas. Según
sus argumentos, para qué enseñárselas de pequeños, ya las aprenderán de
mayores. Sin embargo, para aprender a dividir, primero hay que saber
sumar, restar, multiplicar... Pues con la frustración ocurre lo mismo, hay que aprender a reaccionar ante ella desde bien pequeños,
porque si no el día de mañana en el colegio o en su trabajo no sabrán
aceptar un no por respuesta y estarán perdidos como personas».
Pero ¿cómo se trabaja la frustración para evitar unos niños malcriados?
Cuando exista un motivo de conflicto como, por ejemplo, que
quiera un juguete que no le damos y provoque una gran rabieta, lo mejor
es mostrarse tranquilos. «Hay que estar serenos y aguantar su berrinche
y nunca intentar razonar con ellos. Si, por el contrario, nos ponemos
nerviosos y le gritamos nos pondremos a su altura y tendrá la percepción
de que es capaz de manipular a sus padres a su antojo», explica Sergi
Banús.
Los padres deben ser coherentes con lo que piden
Cuando el pequeño no acepta un no, «monta un teatro en el
que busca espectadores. Si percibe que no lo consigue, dejará de actuar
así. Pero si al final se sale con la suya, la próxima vez que quiera
algo actuará de la misma manera o con un berrinche mayor», explica
Banús.
¿Por qué no les frustramos?
«Es importante —añade Susana de Cruylles, psicóloga clínica
y coordinadora del programa para padres del Hospital Universitario
Príncipe de Asturias— ignorarles por completo y tener la paciencia suficiente
para aguantar el enfado, la posterior pataleta y el tiempo que le
cuesta al niño asumir su frustración al no conseguir lo que desea.
Resulta esencial que los dos padres se muestren de acuerdo delante del
niño a la hora de negarle algo y que nunca discutan las decisiones
tomadas delante del pequeño. Si se muestran inseguros o contradictorios,
el niño se verá reforzado en su conducta e insistirá en su intento de
convencer a una de las partes».
La falta de tiempo es el motivo por el que no frustramos a los hijos
En otros casos, es porque los progenitores entienden que
sus hijos deben tener todo aquello que ellos no pudieron tener de
pequeños.
Para no sentirse mal
Lo primero que deben pensar los padres es que, aunque nos
duela negarles sus deseos, estamos trabajando para fortalecer su
desarrollo como persona para que tenga un futuro mejor. Le estamos
enseñando a esforzarse y ser tolerante ante un «no», lo que le ayudará
muy positivamente a no bloquearse y a manejar sus emociones
correctamente en sus próximas relaciones sociales, en sus estudios y,
sobre todo, en su trayectoria profesional.
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